martes, diciembre 27, 2005

Son tres las razones que me llevan a sentarme sobre esta piedra cada día a la misma hora.

Son tres las razones que me llevan a sentarme sobre esta piedra cada día a la misma hora.
Una eres tú y el verte pasar todas las mañanas con ese aire despistado que te caracteriza, esa mirada ausente como la que más. Todos los días me digo voy a pararlo y hablarle pero al final encuentro alguna buena excusa para no hacerlo y conformar a mi parte de conciencia más atrevida, esa en la que hablarle a un desconocido y declararle mi amor es lo más normal del mundo. Pero en fin, así soy yo, luego mi vecino, al que le cuento todo o casi todo, que a la vez es gay y a la vez uno de mis mejores amigos, me regaña por la noche cuando me pregunta si por fin me he atrevido a decirte por lo menos “ hola”. Recuerdo un día en el que no apareciste, pensé que habías muerto entonces tres lágrimas resbalaron por mi mejilla, imaginé toda clase de horrores que te habrían podido suceder, un secuestro quizás, un accidente de moto, porque tú pasas todos los días con tu vespa por delante de mis narices sin prestarme atención por supuesto, ni tan siquiera reparas en mi presencia. Y yo me quedo ahí mirando como niña chica a la que Papá Noel le hubiera robado los juguetes como dice en mi camiseta que me he comprado en Zara, con el sueldo que he conseguido haciendo horas extras en una redacción de prensa, escribiendo artículos de opinión por los que me pagan una miseria, encima yo me creo que soy un genio de la escritura y sigo soñando. La segunda razón es que en “sentarme sobre esta piedra” es uno de los mejores sitios donde ponen buen café de la ciudad, además de que está al lado de la redacción, te estarás preguntando a estas alturas que tiene que ver una cafetería con una piedra, pues bien, la cafetería se llama “Sentarme sobre esta piedra”, de quién fue la idea no lo sé, el caso es que he conseguido despistarte, ya estarías pensando que estaba en medio de un libro de Paulo Coelho o algo así. Y la tercera y última razón es que adoro sentarme los lunes al sol y por supuesto todos los días, contemplando la gente pasar sin prisas e imaginando de qué será la próxima entrega que escribiré.

Fin.

Virginia Fernández.

2 comentarios:

d dijo...

Ooooooh, tremendo, me despistaste, ya esperaba algo romántico, una amor imposible, jajaja. Realmente muy bueno.
La de Gideon... no sé, me dejó frio el final, un poco incomprensible. Impredecible también, como el tuyo, pero es difícil de entender.

Unknown dijo...

Sí, despista un poco, y creo que te lías un pelín en la redacción cuando explicas lo de los artículos y el café, pero yo no soy quién para juzgarte, ya has leído lo que escribo así que no me hagas demasiado caso.

Besos

Pd: el texto en general me ha parecido.... muy bonito :p