martes, agosto 26, 2008

Trazo de infancia

Todo era así traslúcido y desfigurado, era trozo de mundo particular. Llenaba el tiempo y hasta el espacio. No sé por qué ese malgastar todo en nadas de esa manera y echar a correr, y era tan breve y tan manso todo, con mucho color eso sí, con mucha imaginación, nos divertíamos con cualquier cosa. La imaginación se desborda cuando eres pequeño, y cualquier cosa puede llegar a ilusionar. Todo parece enorme, rincones por los cuáles hoy, si transitaras, sorprenderían de pequeños.
Esperar a que pasara el calor para volver a salir, jugar en las calles de piedra, rompernos las rodillas al caer, y siempre con heridas en las piernas por los tropezones accidentales mientras bajábamos a contra-reloj. Las zapatillas llenas de polvo, y mucho calor. Nos poníamos negros como carboneros de jugar en la arena. Nuestra madre quería que nos echáramos la siesta, esperar a que todos se durmieran y salir a la calle corriendo bajo el sol de un medio día que cegaba con el blanco de la cal. Todo era infancia trasnochada, infancia poética y abstracta con connotaciones de domingo vestido de lunares.

Texto: Virginia Fernández “Trazo de infancia”

viernes, agosto 22, 2008

Resumen de una tarde



Pasar una tarde en compañía de ti, realmente es estupendo, llevarte de la mano hasta un pequeño rincón de sillones y dejarnos caer allí, embriagados por la situación y por el whisky, dejar caer suavemente la cabeza entre los almohadones de tu salón mientras la tarde cae despacio, poner un disco de Ella Fitzgerald bajito, leer algún libro desconocido. Poco a poco se empieza a escuchar la noche de claxons que no esperan en la ciudad, prisas del día que se apagan poco a poco, pequeñas vidas que van a cenar a algún restaurante de moda, o pasean por la ciudad nocturna, o van al cine, o a fumar a un parque, solitarios y caminantes, transeúntes de la ciudad, otros vuelven del trabajo a casa, donde sus mujeres los esperan con la cena preparada, y nosotros refugiados en aquel pequeño sitio, rodeados de libros y discos, telarañas, observadores anónimos. Nosotros respirando bajito y oliéndonos, olfateándonos y deseándonos, tu cuerpo urgente me hace un dictado, pensamiento enrevesado, dulcificador de vidas, verdaderamente agradable. Podría ser perfectamente un cartel colgado en la pared de una calle solitaria y tuya, un afiche desgarrado y bonito en la pared mirándonos, verdaderamente maravilloso, pasar una tarde en compañía de ti.


Texto: Virginia Fernández “Resumen de una tarde”
Música: Ella Fitzegarld “Mack the knife”

sábado, agosto 09, 2008

Definición de un sábado

Un sábado puede ser lunes perfectamente si pone cara de lunes. Ayer el sábado tenía cara de lunes, estaba sombrío y serio, era un lunes impertinente, banal, insustancial. Lunes perdido entre la masa gris de la humanidad, sin acercarse un poco a la palabra color, a la palabra quietud, a la palabra tú. A veces un sábado puede llegar a ser un domingo por la tarde, tedioso, feo, perdido entre un caos. A veces simplemente es un sábado a secas, o puede ser lluvioso, y tú te puedes dedicar a buscar castillos perdidos perfectamente. Eso sí sería aprovechar un sábado por la tarde, pero no, el sábado que te cuento fue irremediablemente un sábado opresivo, perdido en el tiempo inexorable del ayer.

Texto: Virginia Fernández “Definición de un sábado”

lunes, agosto 04, 2008

Así


Así es como alguien, sin saberlo, llega a mostrarte irrefutablemente un camino que por su parte sería incapaz de seguir. Así es como poco a poco te vas dando cuenta de que existen tipos imprescindibles sin los cuáles sería imposible respirar, y son tan ellos, tan todo y nada, aunque por su parte nos asfixien. Así es como por ejemplo la tarde va cayendo poco a poco, y un color ocre aparece por un cuadrado ventanal. Entra una luz opaca, y no apetece encender la luz, sólo pensar vagamente en nada, ver llegar la oscuridad. Tu sabor se dibuja en la imaginación, la creencia se vuelve incrédula. Hay olvido, y manos, hay espera y tareas, imaginación, y un patio.
Y así es como empieza todo, así es como la vaguedad inusual se traslada a un lugar llamado “circus”, y te pinta cara de mimo, cara blanca con sonrisa. Te recorre la espalda y dibuja corazones debajo de la blusa. Así es como te llamas tú, así es como te dicen, así es como te inventan, y cómo te piensan. Así es como comienza poco a poco el significado de algo que bien podría llamarse amor, y salir a pasearte tan felizmente por tejados que nunca olvidaron cuál era el sabor del mar.

Texto: Virginia Fernández “Así”
Foto: Manuel Gallardo