sábado, marzo 15, 2008

Días-silencio

Los días-silencio son un perfecto diapasón sin la nota sol. Los días-silencio están cargados de formalidad y pajarita. Son hombres peinados con raya a la derecha, y por qué no, son días con traje y corbata, pueden ser un ordenador portátil lleno de balances cerrados, o incluso lleno de tablas perfectas que no formen palotes, ni nada. Los días-silencio llevan maletín, y portan números contados en filas perfectas formando cuentas de pérdidas y ganancias con un título que diga: PyG. También son tipos serios con pelo blanco sin un ápice de sonrisa, resultado de muchas horas frente a un libro en blanco que emite un sonido parecido a nanananá. Son días rubios, limpios y sin manchas. Mis días-silencio son camisas planchadas, con botones que no se caen, y por lo tanto no necesitan aguja ni hilo para coser. No hay charcos en los días-silencio, ni botas con cordones-pulsera, no hay lluvia sin paraguas, ni frío sin abrigo. No hay París, ni humedad en las paredes. Todo brilla con un cierto y magnifico aire de perfección, porque no hay olor, pero sí color blanco, blanco pálido y figuras que se deslizan silenciosas. Los días-silencio me cuentan atardeceres, noches, y días enteros, si los miro fijamente creo que se burlan de mí. Los días-silencio no me gustan mucho, y sinceramente creo que cada vez me gustan menos.

Texto: Virginia Fernández "Días-silencio"
Foto: Manuel Gallardo