Quisiera despertar de este sueño
sin que hubiera grandes fuerzas
que paralicen el esternón, los huesos o la vida.
Solamente la paz del sol de mediodía
que adormezca el cuerpo para poder descansar.
Quisiera que este bosque oscuro
desaparezca para dar luz a grandes atardeceres
llenos de cielos, o libertades,
reafirmar la voz a los sueños.
Saludar a los manzanos, a las ardillas, a los peces.
Sería sencillo, pero no hay silencio
cuando sopla el viento, hoy, no lo hay.
No hice nada a las ballenas
ni a los osos polares
ni a los dioses de los hombres.
No me juzgan, no los juzgo.
Atardece.
© Virginia Fernández "Canto a la vida"