domingo, enero 30, 2011

Viernes



Viernes


L
lueve en esta ciudad
en la que casi nunca llueve,
las gotas se aplastan contra el cristal
de este desolado paisaje.
El día, junto con sus grises me cuenta
un paisaje digno de un cuadro
de algún pintor impresionista atrapado
por la gama de los colores más pálidos del arco-iris.

Es viernes en esta ciudad nublada
y oscura la esperanza que se desdibuja
tras un portazo que duele,
que quiso decir adiós con un beso
pero no supo cómo hacerlo.

Es viernes aquí, desde mi visión,
desde este balcón sin luz,
desde esta necesidad.
Inerte y solitario viernes
sin un ápice de color
y los días que lo siguen se me antojan
una gran espiral que me conducen hacia un abismo
del que no podré regresar.


© Virginia Fernández “Viernes”. Extracto de A veces una hoja de diario.
Imagen: www.itchypixel.net/ photos/paraguas.jpg

jueves, enero 27, 2011

Ciertas cosas que no deben decirse


Ciertas cosas que no deben decirse

“…me bastan tus pestañas.”
-Raquel Rodríguez-


É
l me mira desde sus ojos tristes
y pálidos,
desde sus entrañas y sus nubes.
Él me observa y me sonríe
y me dice antes de que yo lo pronuncie:
No lo digas, no lo digas.

© Virginia Fernández “Ciertas cosas que no deben decirse”.
Imagen: Street art: http://unurth.com/index

domingo, enero 23, 2011

Distancia


Distancia

Q
uizás no lo sepas nunca
ni lo comprendas,
pero es tan hermosa la distancia
que va de tu cuerpo al mío,
deshumanizada y bella distancia
que separa tus músculos de los míos,
y tus manos de mis manos, 
tu pelo de mi pelo.

Es posible que no logres entenderlo,
pero ese espacio,
que no tiene tacto
ni sabor,
es el eje fundamental
de este sentimiento que va forjándose y naciendo.

Espacio que mientras pasa el tiempo,
los minutos y las horas
en los que tus manos envejecen
y se vuelven aún más toscas al tacto,
me convierten a mi en aire,
que no tiene huesos, ni mente.

Y cuando se logre salvar,
distancia insana y radiante,
como el rayo de sol que entra por esta ventana,
mientras la mido con un objeto
que mide centímetros y pasos,
así sin esperarlo
nos convertirá a ti y a mi
que somos dos, en uno.

© Virginia Fernández “Distancia”
Ilustración: Janik Coat.

miércoles, enero 19, 2011

El miedo del mundo


El miedo del mundo

S
e apagan todas las luces
de la tarde,
cae el telón de los sueños
y de los teatros que usan focos
y el miedo de los hombres
empieza a aparecer,
como una raíz que crece
y no te deja respirar,
¿Cómo funciona?
¿Tú lo sabes?

El miedo de los hombres
es infinitamente pequeño,
desalentador, efímero,
se traslada a un pequeño mundo
con infiernos del tamaño
de una casa de muñecas,
deambula de un lado a otro,
y cala hasta los huesos,
está hecho de distancias equidistantes
y de rotos en un cajón,
de música de plástico y vidas pequeño-burguesas.

El miedo del mundo es bien distinto,
sobrecoge a esa pequeña dimensión
que somos nosotros
y nos mira con ojos aterradores,
nos corta la respiración.
El miedo del mundo nos inunda a todos y nos aniquila
y poco a poco con tenues balas de cristal
nos baña en soledad.

© Virginia Fernández “El miedo del mundo”
Imagen: René Magritte.

miércoles, enero 12, 2011

Extracto de algunas descripciones


Extracto de algunas descripciones

C
omo el asfalto de esa calle
que espera su llegada
anticipando los pasos de una vida
que es vivida con el tacto de sus manos
y de sus sueños.
Como el mar embravecido por la ira
o un suspiro que no habla.

Como el reflejo de las olas en una lupa
o el vaivén de un pequeño corazón,
como el desierto,
como el viento o un susurro.

Como una flor de plástico en una tumba,
como el hielo.

Así fue nuestra vida, desubicada.

© Virginia Fernández “Extracto de algunas descripciones”
Ilustración:  Graffiti en El Albaicín.

sábado, enero 08, 2011

Tiempo


Tiempo

C
ae lento en un rincón,
mientras este cuerpo mío
no es más que un trazo a lápiz
en un papel en blanco,
apenas un esbozo que juega a hacer equilibrios
en algo llamado ayer.

Se desploman despacio los universos
que irremediablemente traerán el anochecer
mientras yo trato de atraparlo, darle sentido,
quizás en un renglón de un libro,
en la música que suena
y se aleja lentamente.

El minutero de mi reloj se multiplica,
creando dudas innecesarias,
reflejos de una vida que pasa
mientras un muchacho espera
en una estación de tren.

Cae poco a poco sobre mis hombros,
como la noche,
como tus manos,
mientras una cara risueña
lo mira de soslayo.

© Virginia Fernández “Tiempo”
Imagen: Dali_does_Escher:
http://www.romancortes.com/blog/dali-does-escher/