miércoles, diciembre 24, 2008

Pareceres




No me interesan
las líneas limítrofes
que no te rodean,
ni siquiera si son
del color del mar.
Nunca me interesaron
los árboles terrenales,
ni los días sin lluvia,
ni el olor a pincel.
No me acomodan
para nada los días sin ti,
ni el color de la luz
que atrapa una mano
distinta a la tuya.
No quiero mantas,
ni manos,
ni tacto,
ni aroma.
No me interesa
para nada bailar un vals
sin música de orquesta,
ni tus vaqueros,
ni nada.

© Virginia Fernández “Pareceres”

domingo, diciembre 14, 2008

Desintoxicación

Odio al tiempo y a la
distancia que pasa
lentamente sin tus horas de ti.
Odio tus decisiones
rotundas, meditadas
sin un té al anochecer
en los sitios donde se
pierden pendientes,
y donde las manos tiemblan
al mirar los relojes
con ojos infantiles.

Odio tus maneras,
tu chaqueta de rayas,
tu pañuelo regalado.
Odio las cláusulas,
y los pactos,
los edredones.
Odio el contacto de tu piel.
No me hace falta que
leas en mis ojos.

Odio de una manera
sobrehumana las horas que
pasan sin acordarse
que en un rincón con calles
en forma de río, una cabeza piensa
en gris si no tiene a tus
ojos delante.

© Virginia Fernández “Desintoxicación”

miércoles, diciembre 10, 2008

Vocación

No sé por qué nació de repente
esta vocación que mira hacia ti,
no sé si fueron tus maneras,
o si ese día unas gotas estratosféricas,
y redondas
golpearon en la ventana,
pidiendo un hueco donde acurrucarse.

No sé si esta vocación guiada
hacia ti, tiene que ver con Gustav Klimt,
o con El beso, o ciertamente con Danae,
no sé si fue René Magritte,
o su bombín de las cinco,
o incluso pudo ser Salvador Dalí
abrazado a su amante.

Realmente no sé si nació del jazz,
o de tus ojos,
pero el caso es, que esta vocación
inconclusa, y sin sentido,
irremediable, gira hacia ti,
y no puede dejar de mirarte.

© Virginia Fernández “vocación”

miércoles, diciembre 03, 2008

definición

Es ojos,
y lunas,
y también lugares inciertos.
Es otoños,
y mares en calma,
y supongo que
también a veces será huracanes.

Es pestañas,
y mirada,
y estepa solitaria.
Paisajes anaranjados
y planos
en un atardecer.
Es su música de usted
cuando dice de serlo.
Y cómo no, es montaña,
y árboles nevados,
cuando le dá por poner
un tapiz de color blanco
para mirar.

© Virginia Fernández “definición”

martes, noviembre 25, 2008

cosas para los bolsillos

Castañas para calentar las manos
y bufandas para el frío,
monederos rotos por abajo
y litros de letras que
llenen papeleras en blanco.

Un libro para escribir
renglones cortos,
y un gorro de los de llevar
en las calles que bajan
ríos, de los lugares en
los que alguien quiso
hacer algo parecido
a una canción llamada
Jazz.


© Virginia Fernández “cosas para los bolsillos”

miércoles, noviembre 19, 2008

Es tan usted

Es tan usted escuchar su voz cuando está,
escuchar sus letras como arrullo y remolino,
a veces como tristeza y lluvia,
o como gato,
pero siempre tan usted.

A veces se vuelve ingrato, e infinito,
y rizos cayendo sobre su piel,
caricia, mirada, y sonrisa, y ojos.
Me inunda el paladar,
arrastra las ganas hasta llegarle,
le rozan mis labios,
y es tan natural entrar así en su estado de luz.

Es tan usted a veces,
que pienso que es un diluvio, o vendaval,
otoño, hojas secas y paraguas sobre esquina cuadrada,
mimo, fotografía en blanco y negro, invierno,
color pálido, ciudad y tráfico,
gente corriendo, lluvia,
papeles sobre la mesa,
libros, librería en el centro, y sobretodo anochecer
en esquina, o baldosas cuadradas.
Por supuesto tan usted como
un canto de sirenas mirando
una tetera a punto de despertar.



© Virginia Fernández “Es tan usted”

jueves, noviembre 13, 2008

cosas que pienso

Déjeme que le cuente el
murmullo del mar,
porque no lo va a creer
pero a veces me dá
por pensar cosas raras.
Cosas como que
me descubro pensando
en cómo podría
descifrar un lapicero,
o cómo sería
el magnífico instrumento
musical de su risa.

Se me dá la loca
de pensar en cómo
podría hacer
para que estuviera aquí,
o si sería posible
estar charlando en
una mesa de local
con vela en el centro,
y llevarme en un frasco
la música de jazz que
sale de un saxo apilado
en una esquina.

A veces pienso
por ejemplo,
cómo podría hacer
para verle aparecer
por esa esquina de papel
sin tener cita previa.
O si ese gato callejero podría
darme autorización con firma
para llevarlo a casa.
Pues mire que
todas esas cosas
me dá por pensarlas en
ciertas ocasiones muy
ocasionales.

© Virginia Fernández “cosas que pienso”

lunes, noviembre 10, 2008

Por los caminos de ti

Y se está tan bien aquí
escuchando a John Coltrane y a
Miles Davis,
viviendo los días de ti,
los días de frío,
que se hacen noches alegres
o notas de rocío.

El frío se vuelve blanco
pálido, y cristal,
y todo
sigue como debe seguir
por los caminos de ti,
que a veces se vuelven
revolución de notas, o
revolución de letras,
pero al fin y al cabo
revolución,
mientras el humo se abre
paso en un bar,
mientras se vuelve a escuchar
a Charlie Parker

Los pasos de ti
van a mi paso, y se abren camino,
se desentienden del resto
de la humanidad,
y mientras, por los tejados de un sur,
dos gatos se divierten
mirando el espectáculo de la calle
de un sur muy sur,
expectantes de un lunar
que les hace guiños.


© Virginia Fernández “Por los caminos de ti”

viernes, noviembre 07, 2008

no te vayas

Déjame que te lleve de la mano
de este amanecer sin sol,
deja que recorra de arriba a
abajo el lugar que habitó
el olvido.
Recórreme el cuerpo
en curvas dislocadas.
Arroya sin mirar
lo que encuentres a tu paso,
Deja de respirar
sólo un momento,

Acércate a la noche de
un acantilado de sirenas,
descorcha el amanecer a trizas,
no te quedes impasible,
no te olvides de lo que no importa.
Acércate a la verdad sólo de puntillas,
olvida el resto,
no te vayas.
No te vayas, ni ahora ni nunca,
no te vayas.


© Virginia Fernández “No te vayas”

miércoles, noviembre 05, 2008

Siéntate a hablar conmigo

Siéntate a hablar conmigo,
déjame que te cuente
una historia sencilla,
ven, vamos
a charlar de cualquier cosa,
cambia de noche y
camina a mi lado,
déjate llevar y cuéntame
la historia de un cuadro,
dime el significado de un
papel en blanco.
Siéntate a hablar conmigo
de cualquier contratiempo,
de algo que no sea
importante,
pero siéntate aquí,
lejos del mundo.




© Virginia Fernández “Siéntate a hablar conmigo”

sábado, noviembre 01, 2008

Instalaciones lunares

Ha estado usted mezclado con el papel
y con la noche,
ha besado infinidad de lunas.
Ha sido reinventado de mil formas
a propósito,
y con enmienda.
Ha sido como un caleidoscopio
de color cristal.
Ha vivido al límite entre asfalto
y delirio.
Ha sido gato en otra vida,
ha paseado tejados
de la mano de la muerte,
ha sido multitud de veces yo,
y caballero andante por paisajes
anaranjados,
noctámbulo, paseador de ciudades,
pero sobretodo y sin ánimo de inducir a tupé,
Señor, mire usted,
le digo que las últimas noticias dicen, que
se ha instalado usted acá
a mi lado,
para quedarse.


© Virginia Fernández “Instalaciones lunares”

martes, septiembre 02, 2008

ciudad-laberinto en clave de voz

Porque ya después de la llamada, la vida ya no era la misma, subirse al autobús tenía otros matices, otros colores diferentes, nada que ver con el momento justo anterior a esa voz tuya que me transportaba a otros lugares y paisajes. Esta ciudad se convertía entonces en una maravilla de lugar, esta ciudad-laberinto se volvía rectilínea y naranja. La ciudad se convertía en desconocida y dislocada. Se convertía en ciudad de pasajes acompasados, paisajes de noctámbulo, llenos de rincones, espacios abiertos, el mar, pensamientos, presentimientos, ilusiones y un largo etcétera que me convendría no recordar, un ritmo acompasado de mi corazón latiendo rápido, esperando volver a escuchar tu voz ronca y casual, en admiración y con connotaciones de tejado.

Texto: Virginia Fernández “Ciudad-laberinto en clave de voz”

martes, agosto 26, 2008

Trazo de infancia

Todo era así traslúcido y desfigurado, era trozo de mundo particular. Llenaba el tiempo y hasta el espacio. No sé por qué ese malgastar todo en nadas de esa manera y echar a correr, y era tan breve y tan manso todo, con mucho color eso sí, con mucha imaginación, nos divertíamos con cualquier cosa. La imaginación se desborda cuando eres pequeño, y cualquier cosa puede llegar a ilusionar. Todo parece enorme, rincones por los cuáles hoy, si transitaras, sorprenderían de pequeños.
Esperar a que pasara el calor para volver a salir, jugar en las calles de piedra, rompernos las rodillas al caer, y siempre con heridas en las piernas por los tropezones accidentales mientras bajábamos a contra-reloj. Las zapatillas llenas de polvo, y mucho calor. Nos poníamos negros como carboneros de jugar en la arena. Nuestra madre quería que nos echáramos la siesta, esperar a que todos se durmieran y salir a la calle corriendo bajo el sol de un medio día que cegaba con el blanco de la cal. Todo era infancia trasnochada, infancia poética y abstracta con connotaciones de domingo vestido de lunares.

Texto: Virginia Fernández “Trazo de infancia”

viernes, agosto 22, 2008

Resumen de una tarde



Pasar una tarde en compañía de ti, realmente es estupendo, llevarte de la mano hasta un pequeño rincón de sillones y dejarnos caer allí, embriagados por la situación y por el whisky, dejar caer suavemente la cabeza entre los almohadones de tu salón mientras la tarde cae despacio, poner un disco de Ella Fitzgerald bajito, leer algún libro desconocido. Poco a poco se empieza a escuchar la noche de claxons que no esperan en la ciudad, prisas del día que se apagan poco a poco, pequeñas vidas que van a cenar a algún restaurante de moda, o pasean por la ciudad nocturna, o van al cine, o a fumar a un parque, solitarios y caminantes, transeúntes de la ciudad, otros vuelven del trabajo a casa, donde sus mujeres los esperan con la cena preparada, y nosotros refugiados en aquel pequeño sitio, rodeados de libros y discos, telarañas, observadores anónimos. Nosotros respirando bajito y oliéndonos, olfateándonos y deseándonos, tu cuerpo urgente me hace un dictado, pensamiento enrevesado, dulcificador de vidas, verdaderamente agradable. Podría ser perfectamente un cartel colgado en la pared de una calle solitaria y tuya, un afiche desgarrado y bonito en la pared mirándonos, verdaderamente maravilloso, pasar una tarde en compañía de ti.


Texto: Virginia Fernández “Resumen de una tarde”
Música: Ella Fitzegarld “Mack the knife”

sábado, agosto 09, 2008

Definición de un sábado

Un sábado puede ser lunes perfectamente si pone cara de lunes. Ayer el sábado tenía cara de lunes, estaba sombrío y serio, era un lunes impertinente, banal, insustancial. Lunes perdido entre la masa gris de la humanidad, sin acercarse un poco a la palabra color, a la palabra quietud, a la palabra tú. A veces un sábado puede llegar a ser un domingo por la tarde, tedioso, feo, perdido entre un caos. A veces simplemente es un sábado a secas, o puede ser lluvioso, y tú te puedes dedicar a buscar castillos perdidos perfectamente. Eso sí sería aprovechar un sábado por la tarde, pero no, el sábado que te cuento fue irremediablemente un sábado opresivo, perdido en el tiempo inexorable del ayer.

Texto: Virginia Fernández “Definición de un sábado”

lunes, agosto 04, 2008

Así


Así es como alguien, sin saberlo, llega a mostrarte irrefutablemente un camino que por su parte sería incapaz de seguir. Así es como poco a poco te vas dando cuenta de que existen tipos imprescindibles sin los cuáles sería imposible respirar, y son tan ellos, tan todo y nada, aunque por su parte nos asfixien. Así es como por ejemplo la tarde va cayendo poco a poco, y un color ocre aparece por un cuadrado ventanal. Entra una luz opaca, y no apetece encender la luz, sólo pensar vagamente en nada, ver llegar la oscuridad. Tu sabor se dibuja en la imaginación, la creencia se vuelve incrédula. Hay olvido, y manos, hay espera y tareas, imaginación, y un patio.
Y así es como empieza todo, así es como la vaguedad inusual se traslada a un lugar llamado “circus”, y te pinta cara de mimo, cara blanca con sonrisa. Te recorre la espalda y dibuja corazones debajo de la blusa. Así es como te llamas tú, así es como te dicen, así es como te inventan, y cómo te piensan. Así es como comienza poco a poco el significado de algo que bien podría llamarse amor, y salir a pasearte tan felizmente por tejados que nunca olvidaron cuál era el sabor del mar.

Texto: Virginia Fernández “Así”
Foto: Manuel Gallardo

martes, julio 29, 2008

s-pensamiento


El pensamiento se oye desde aquí, es un murmullo incesante, perpetuo, casi diría que irreconciliable, perplejo, irreal, qué hastío. Casi sin descanso te golpea una y otra vez, vuelve a la carga, te observa, se aplasta contra la ventana, quiere pasar, introducirse, plantar cara, quizás confundir. Afuera tiene frío, llueve, es evidente.
Se estruja en el cerebro, se empequeñece cada vez más, y de nuevo crece desde el fondo. El pensamiento inunda la habitación, la casa, y hasta la calle por donde andas, te enmudece, te aísla, te filtra de la realidad, y te absorbe poco a poco, vuelta a empezar otra vez, se oye el pensamiento, se oye, primavera, otoño.
Ideas que me pasan por delante como película muda, ideas dibujadas en algún tejado loco, como gato desolado que anduviera paseando, y todo es tan posible aquí. Mirada embudo y evadirse ¡Qué palabra! Lo escucho desde aquí aunque esté a miles de kilómetros. A veces si me concentro lo suficiente el paisaje que crea resulta bello y antagónico, diría extravagante.
Finalmente el pensamiento se asoma a la ventana y se suicida chocando contra el cristal, adiós pensamiento loco, adiós pensamientos varios, adiós soledad de pensamiento incomprendido, adiós, adiós, hasta pronto.

Texto: Virginia Fernández “s-pensamiento”
Ilustración: Manuel Gallardo "Mirada embudo"

El pensamiento se oye desde aquí

Por lo menos yo lo oigo, clarísimamente, como si tuviera a Javier sentado aquí a mi lado. No soy ninguna adivina eh? Pero todos eso años juntos pues que quieres que te diga, nos conocemos muy bien. Otra bronca hemos tenido, de las gordas. “tengo que pensar”, así se ha quedado. La verdad es que pensar encerrado en un piso, sin salir, es tontería. Das vueltas, se acumulan las colillas en el cenicero, total, para qué, rumiar y rumiar, no sacar nada en claro, siempre la misma mierda. Con lo bien que se está aquí en esta terracita. No sé, el mar relaja, hay mil cosas que ver y no ver. Se ve la vida de otra forma. Domingo por la mañana, cafelito, leer el periódico. Los niños juegan en la playa, sus risas agudas suben en esta mañana de cielo azul. Pequeños placeres de la vida. ¿La felicidad? Eso, nada más.
Y el otro encerrado en el piso, rumia que te rumia.
Es posible que los humanos tengamos algún engranaje de más en la cabeza. Mira que la vida puede ser sencilla. Centrarse en el momento. Ni darle vueltas al pasado, ni desesperarse por lo que pueda pasar. El momento presente, ahí está. Esta mañana de domingo, estos niños jugando, este cielo azul, este sol de invierno y este viento que acaricia mi piel.
Suena el móvil, Javier. Sonrío, “Dime cariño… Has pensado mucho? … ¿Y qué te parece si nos vamos a Sitges y lo hablamos mientras nos comemos un arroz con bogavante? Si en aquel sitio que te gusta tanto… Y un buen vino blanco, que no falte, ayuda a pensar… Acércate a recogerme a la terracita de la playa, sí eso, en 10 minutos, yo también te quiero”.

Texto: Daniel Ortega “el pensamiento se oye desde aquí”

sábado, junio 07, 2008

Un ensayo de mis relatos




Título: Contando cuentos malabares
Diseño, ilustraciones y maquetación: Manuel Gallardo

viernes, mayo 23, 2008

descripción de una calle

Pues está sonando un acordeón en esa calle estrecha que me gusta tanto, que al final tiene un graffiti todo a lo largo en la pared, y te transporta, y ahí soy tan no mí, tan espectador, y proyección de pensamiento, y cubo y metafísica, y sensación.
Y sobretodo me gusta por la noche, porque adquiere colores anaranjados debido al color de las paredes de las casas. Toda tentativa de explicación fracasa, por una razón lógica, una razón de peso, y es que para ser definido tiene que estar dentro de lo definible, y esto no lo está, claro, naturalmente.
Y así es como entro poco a poco en la sensación cubo, sensación contracorriente, sensación gato, sensación mujeres de la calle que miran, sensación líquidos, fluidos, y mirada perdida, evasión, suburbio, estratosfera, cubo, mundial y altamente recomendable.
Y la calle estrecha termina, termina el paseo divertido, y salgo otra vez al estado mí, pero totalmente cambiada claro, mí renovada, reconfortada, y transportada por ese sonido de acordeón que sigue sonando, pero que se aleja cada vez más y más. Y dejo atrás el color naranja, a la gente de mirada lejana, al mí ya no cubo, ni sensación, ni metafísica, ni lunar, ni gata. Y la noche suburbial se aleja, y mí sin serlo, y al final tu, irremediable final para que todo esté en perfecta armonía universo y gato.

Texto: Virginia Fernández “Descripción de una calle”

sábado, mayo 17, 2008

tan feliz y tan gato

Y sonreírme despacio, tan feliz y gato, tan contento, tan tú, mirada ensimismada, mirada gatuna y casual. Y no lo entendía bien, por eso te mostré lo que contenía el papel, una especie de crucigrama de letras que se cruzaban entre sí y formaban palabras, palabras ininteligibles, juego de palabras, una especie de ilustración a carboncillo. Y por culpa de las palabras empezó todo. Y era tan natural no darse a las explicaciones, sólo mirada y bajar por la calle sin prisa a la luz de la luna, sin dejar de reír y sonreír. Tus ojos pillos me contagiaron la alegría mostrando una palabra que se leía en azul. Claro, irremediablemente se puso a llover y nos pusimos otra vez a reír y a correr, el papel se mojó, y nos reíamos de todo, nos mojamos toda la ropa. Después no hubo paraguas, ni ruido, ni viento, ni luna, y nos fuimos a casa a saborear la lluvia que se escuchaba a través de tu ropa y del cristal.

Texto: Virginia Fernández “tan feliz y tan gato”

miércoles, mayo 07, 2008

Cuadrados

Pequeños cuadrados de luz habitados. Oscuridad afuera por los bordes que se salen a un cielo sin estrellas, oscuro, y de repente un cuadradito encendido enfrente de mi. Personas que habitan un cuadrado de metros, hacen cosas, planchan, y ven televisión. Cuadrado de pensamientos, cuadrado de sueños, cuadrado de edredón, espirales cuadradas, mueble cuadrado, mundo cuadrado, cuadrado un cuadro, cuadrado un estornudo, cuadrado un calcetín de mi vecino colgado de la cuerda donde tiende la ropa, y la visión global del cubo con cuadrados y luz.
Sentada enfrente desde otro cuadradito con ventanal observo a mi vecino mientras tiende la ropa en su balcón y cose un botón de su camisa, mi vecino tiene unas zapatillas con la bandera hawaiana, y la soledad al final se sale por una línea exterior. En un cuadrado de luz hay percepción y observancia del mundo, hay conclusión y pensamiento, hay delirio, hay gato que ronronea y se acuesta en mi sofá y cuadrados otra vez, y conversación cuadrada, palabras, y sensaciones, malabares cuadrados.
Reflexión mientras como galletas de chocolate otra vez desde mi cuadradito de luz, y siempre con conclusión final: al final todos estamos solos.


Texto: Virginia Fernández “Cuadrados”

miércoles, abril 23, 2008

Mensajes subliminales

Pues el inocente mensaje, llevará a otro mensaje, y éste a un té en el café de la esquina desde donde se ven los coches al pasar, y el parque con el árbol de tronco enorme en el centro de la misma, y los ancianos sentados a descansar cuando hace sol, o leyendo el periódico, y los jóvenes riendo de cualquier cosa y gastando bromas. Y claro estará lloviendo, y apetecerá hablar y hablar largo rato en ese café tan acogedor, desde cuyos ventanales altos y cuadrados se ve el mundo en perfecta armonía circunstancial, como si de una película en blanco y negro se tratara. Habrá una conversación intelectual y correcta, de cualquier libro o escritor desconocido y exótico, todo será correctísimo sin tocarse ni siquiera por error o descuido del azar de las manos al hablar, o por accidente al darse dos besos en el encuentro y haber podido rozar unos labios sin querer. El té de la tarde llevará a tomar algo en otro lugar porque sigue lloviendo y no es cosa de irse a casa. Una copa llevará a otra, y la otra a por qué no me acompañas a casa que estoy un poco cansada, y también a podrías subir a tomar otro cafecito y que la noche despeje las dudas. Después de la inocente subida sin otro ánimo de charlar mientras el sonido de la lluvia se escucha a través de la ventana (error, sí había otro ánimo), seguirá un te podrías quedar a dormir, sigue lloviendo y estás empapado. Y tú dirás no me lo digas dos veces, y esto otro llevará a otro quédate a dormir. Irremediablemente se podrá advertir un gesto afirmativo en tus ojos que ya miran con ojos brillantes a otras pupilas de un color de otoño y mar que sería mejor no recordar en este preciso momento.



Texto: Virginia Fernández “Mensajes subliminales”

jueves, abril 17, 2008

Julio Cortázar (París)

Divagaciones a altas horas

Pues esto va de la sociedad y las estridencias para-mentes y parapentes de reflexión. Intento restablecer el orden del pensamiento. Y con el orden lógico de la cosa me dirijo hacia un camino largo e irreflexivo, diría lúgubre, asimétrico, pesimista, difícil tarea. Sí, no me mires así, he dicho Pesimista, con P mayúscula, p de precoz, de paleontólogo, de paleolítico. Es tan natural caer en reflexiones típicas sobre lo que quiere la sociedad, el significado de la palabra sociedad, el motivo de la felicidad general, la soledad del individuo, la sociedad civilizada, racional, conductas preestablecidas, conductas inmorales, realidad-pensamiento, o yo que sé. La sociedad como un todo, los grandes temas que están ahí para ser debatidos por las personas importantes, los gerentes, los políticos, los dueños de grandes promotoras inmobiliarias con bigotes y traje de Christian Dior, o chaqueta de terciopelo azul marino, y bmw, o Mercedes-Benz aparcados en la puerta, y al fin y al cabo y lamentablemente los que tienen la voz y voto al final. Es tan absurdo no estudiar el comportamiento y pensamiento de otros personajes más interesantes que también están en la sociedad, pero no son tan bien mirados, digamos bohemios, malabares, independientes y libres, diría solitarios y altamente reflexivos en su soledad, que se mueven fuera de lo preestablecido por nuestra sociedad recta, de normas rectilíneas. Me aburre la sociedad a grandes rasgos, sobre todo esa sociedad establecida de antemano, digna de educación moral y cívica. Me aburren los sesgos de estudio de comportamiento humano en líneas de formalidad. Por lo tanto debo definirme y me defino como persona antisocial y a-social, persona arlequín o también persona lunar.

Texto: Virginia Fernández

lunes, abril 14, 2008

Jazzeando la noche


Jazz y lluvia se dan cita en la noche-ciudad. A solas con el tiempo lento de tus horas de ti, me ensimismo en el espacio de todos los días, espacio nocturno, imperceptible, sintomático, asimétrico, gris-local. Leo el perseguidor-Parker, o cualquier otra cosa que tenga a mano para entretenerme mientras espero, escucho jazz y sólo quiero que la música salve al menos el resto de la noche. Es tan natural entrar así en tu mundo-mágico, en tu tiempo de ti, en tu universo-particular, y rectangular. Y diría infinito, lejano, acogedor, diría intelectualidad disfrazada con traje a rayas de cárcel sin barrotes, y no me equivocaría ni un milímetro. Te confieso que tengo unas ganas locas de meterme en la cama y desaparecer, entrar en ese espacio secreto e íntimo del edredón, oscuro, de bordes fríos, perderme de esa realidad que nos acompaña durante el día, de nuestras situaciones normales, de comprar el pan, de hablar con nuestros compañeros de trabajo, de andar por la calle sin ver las caras que se cruzan con nosotros. De estados de ciencia y realidad absoluta, y no exentos de un desatino casi perfecto, obstrucciones de la sociedad que juzga movimientos e incluso pensamientos, que no deja percibir el sentido de las cosas.
Pero hay momentos que son distintos a ese tiempo, ah! ese momento, es el no-tiempo al que estamos acostumbrados, y eso sí que es una verdadera maravilla, entrar en el puente de madera con el agua bajo nuestros pies, y poder sentir que estamos en la Terrassa de Café, la nuit en todo su esplendor. Ver por ejemplo la noche radiante y vestida de azul oscuro.

Texto:Virginia Fernández.
Foto: Manuel Gallardo.

jueves, abril 03, 2008

Reafirmaciones

Uno se cansa a veces de ser irremediablemente uno mismo, de escuchar siempre las mismas voces a la misma hora, de ver como cae la tarde despacio, o de contarle a un gato callejero desvaríos de la mente a altas horas de la madrugada, cuando dando un paseo nos damos de bruces con un cubo de basura. Al final el gato no dice nada, ni una sonrisa, nada, y yo me quedo igual, y me reafirmo. A mi me gustan los gatos, su ronroneo, y no me canso de ellos. Pero sí del calor, o del invierno, de creer en un sueño incandescente e inusual, de querer dar una explicación al mundo, de querer tener siempre una explicación de todo a mano, para las urgencias de la razón, para las urgencias de la soledad-silencio. En esos desvaríos me encontraba cuando paseando por la Calle Desvarío me encontré contigo, inusual y con aires de místico, fumando un cigarrillo, con gafas de mirar y despiste incorporado, haciendo círculos concéntricos con las motas de polvo que se veían a contraluz, o durmiendo en una espiral larguísima, enlatada y callejera.
Yo, después de todo me afirmo y reafirmo en mi creencia y creo que pasar los brazos alrededor de ti podría ser una buena explicación del mundo. Vernos al desnudo es complicado, pero seguro que al final debe de ser irremediablemente útil y necesario.


Texto: Virginia Fernández

sábado, marzo 15, 2008

Días-silencio

Los días-silencio son un perfecto diapasón sin la nota sol. Los días-silencio están cargados de formalidad y pajarita. Son hombres peinados con raya a la derecha, y por qué no, son días con traje y corbata, pueden ser un ordenador portátil lleno de balances cerrados, o incluso lleno de tablas perfectas que no formen palotes, ni nada. Los días-silencio llevan maletín, y portan números contados en filas perfectas formando cuentas de pérdidas y ganancias con un título que diga: PyG. También son tipos serios con pelo blanco sin un ápice de sonrisa, resultado de muchas horas frente a un libro en blanco que emite un sonido parecido a nanananá. Son días rubios, limpios y sin manchas. Mis días-silencio son camisas planchadas, con botones que no se caen, y por lo tanto no necesitan aguja ni hilo para coser. No hay charcos en los días-silencio, ni botas con cordones-pulsera, no hay lluvia sin paraguas, ni frío sin abrigo. No hay París, ni humedad en las paredes. Todo brilla con un cierto y magnifico aire de perfección, porque no hay olor, pero sí color blanco, blanco pálido y figuras que se deslizan silenciosas. Los días-silencio me cuentan atardeceres, noches, y días enteros, si los miro fijamente creo que se burlan de mí. Los días-silencio no me gustan mucho, y sinceramente creo que cada vez me gustan menos.

Texto: Virginia Fernández "Días-silencio"
Foto: Manuel Gallardo

sábado, febrero 23, 2008

El Teatro Patas Abajo

El Teatro Patas Abajo anda loco por el mundo, anda loco por tejados que dejaron de mirar al mar. El Teatro Patas Abajo tiene miedo a caer de un alambre de circo. Y sí, es lo que estás pensando, vive ahí en el alambre, y lo hace por ti. Yo creo que eso sí que es romántico, y me llena la cara de churretes cuando no me doy cuenta, pero no importa, porque también tiene algo llamado Sonrisa, y por eso nada más, vale la pena. Es una sonrisa interestelar en un suelo rematadamente artista, y resulta que en él, hasta el Rey Momo anda medio cuerdo, porque ni él entiende lo que pasa, y eso es lo peor que le puede pasar a un Rey. Realmente yo creo que no hace falta entender, pero lo que sí sé, es que cuando lo veo aparecer algo me cambia el sentido de las agujas del reloj, y el tiempo va al revés, y se baila tango en las calles del amor.
Vivir sin Teatro Patas Abajo, sinceramente sería como si no saliera la luna y se reflejara en un charco, como un día mudo, o gris, o un día sin palabras, como un aparato de radio roto, como si no hubiera locales cutres donde poder conversar, o no sé.
Hoy la luna llena me vacila y me guiña un guiño con algo de ti, y se refleja en mis ojos, me cuenta risas, y susurros, y una palabra con magia antes de dormir. Pero otras veces la noche se viene silenciosa y muda. No entiendo muy bien a este Teatro Patas Abajo, aunque no me hace falta porque sé que tú estás en él, y con eso me basta.



Texto: Virginia Fernández

jueves, febrero 21, 2008

De mecanos y arandelas

Yo no quiero ser un mecano, no quiero ser piezas, ni metálicas, ni transparentes. No quiero ser tuercas, ni arandelas, ni tampoco formas infinitas. A mi no me gustan los libros de instrucciones con letra pequeña, no me gustan las instrucciones made in Taiwan, o escritas en alemán, a mi no me gustan tus textos románticos. Yo no quiero ser formal, no quiero formalidad a tu lado, formalidad espectral, oscura azul, casposa y bastante tonta. No quiero tener piezas del mundo entre mis manos, no quiero ser pedazos de algo, de tiempo, de espacio, ni sueños contados, ni noches, ni nadas. No quiero ser tupé, ni punta tacón, ni nada de eso, ni montaña rusa, ni feria, si no se llama Risa. Yo, la verdad, lo único que quiero es verte bailar para mí alguna noche cuando el tiempo se pare en este espacio infinitesimal y cuadrado.


Texto: Virginia Fernández

sábado, febrero 16, 2008

La mímica de la calle y mí.


A mí me gusta la mímica de la calle, me parece preciosa porque es fotografía en blanco y negro, porque es fría, pero mimo, es arte, es alternativa hasta la saciedad. Pero sobretodo, cuando más me gusta es cuando la dibujas en un papel una tarde cuando el sol empieza a caer, justo al anochecer y me lo cuentas sentado, despacio, fumando un cigarrillo, con los ojos entornados. La mímica de la calle me cuenta un autobús con parada obligada, hay una noche y lluvia, hay gente corriendo con paraguas y niños mojándose. Hay chaqueta con capucha, hay gafas, y risas, hay cielo, y no hay gorro, ni invierno, ni frío, ni blanco pálido que se calló de una postal de una ciudad llamada Almería, cuando la lógica exacta dijo tu nombre, cuando la lógica exacta te vio aparecer en un lugar llamado Palabras. Y cuando lo dijo sonrió y apareció de nuevo un mimo en la ciudad, un mimo llamado Ciudaz, con la cara pintada de color blanco. El lugar se casó con un puzzle con las fichas del amanecer, y sonrió porque el puzzle se llamaba Poulin y era por supuesto del color de la naranja, y era precioso. Por eso me gusta tanto la mímica de la calle, ya ves.

Texto: Virginia Fernández
Montaje fotográfico: Manuel Gallardo

miércoles, enero 30, 2008

Razones varias

Porque debería estar prohibido escuchar a Antonio Vega. Porque tú tendrías que estar prohibido para mí. Porque te haces necesario en cada trazo de minuto que pasa. Porque no sé estar sin letras debidamente ordenadas en un orden. Porque te gusta Cortázar, porque me gusta su soledad, porque prefiero estar tranquila escuchando un disco que rodeada de gente. Porque no escarmiento ni a orden ni a letras, ni a nada. Porque no quiero quererte, porque quiero prescindir de mi gusto. Porque prescindirte es tedioso, porque te haces real, porque no quiero pensarte, porque te me apareces, porque te odio, porque estás, porque te añoro. Porque tienes manos, y pensares varios, y razones. Porque tienes razones escondidas en latas y me las das. Por eso.


Texto: Virginia Fernández. “Razones varias”

lunes, enero 21, 2008

Antigua vocación

Una antigua vocación me espera gratamente a altas horas de la noche, es una vocación escrita con los trazos de un frío desolado, pintada con los colores del barrio más pobre de una ciudad del sur. Pobreza, sur y desesperación a altas horas de la madrugada forman figuras que se desdibujan y no acabo de entender. Delinquir a tu lado no es nada aconsejable, pero es tan altamente recomendable, perjudicial para mi salud trasnochada, trastocada. Sólo sé que es una batalla perdida de antemano.

Texto: Virginia Fernández

viernes, enero 11, 2008

Universo

Ese espacio infinito llamado tú. Ese espacio único e intransitable quizás. Inmenso, metafísico, cosmos, universal. Inmensidad de todo, espacial. Nada. Tú y yo. Donde mí, ya casi ni soy yo. Sino tú. Universo.

Texto: Virginia Fernández

martes, enero 08, 2008

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Él compartía con ella dudas y preguntas de esas que no tienen respuesta, de las que se hacen al azar y sin esperar respuesta.
Él compartía con ella noches de insomnio y sueños.
Compartía mañanas escogidas y tardes de vapor, mariposas.
Pero resulta que un día compartió el no querer querer, y no querió más queriendo, entonces ella murió.

Texto: Virginia Fernández
Foto: Manuel Gallardo

sábado, enero 05, 2008

De lunares

Papeles olvidados por el tiempo, nos recuerdan que estamos vivos, nos recuerdan todo aquello que olvidamos. Papeles arrugados por los bolsillos me recuerdan que alguien existe en mi memoria, aunque no esté, lo pienso, y eso ocurre a cada instante sin orden ni concierto. Papeles extranjeros extraviados en cajones me recuerdan a una noche de magia por calles mojadas y paseadoras.
Hay un lugar en la memoria para el olvido. Hay un atardecer preparado para el amor, hay gatos, y un lunar pintado en una luna.

Texto: Virginia Fernández “De lunares”
Foto: Manuel Gallardo