lunes, enero 23, 2006

No pasó en sueños.



El muchacho se había dado un buen golpe en la cabeza. Casi mortal. Lo olvidó todo. Olvidó el golpe, el lugar donde estaba, hasta quien era. ¿Qué somos?, me preguntaba yo al mirarle; memoria acumulada, nada más, nunca lo olvides. Pero ví que me miraba y quería decirme algo. No basta con quererlo. No lo intentes. No basta con intentarlo. No así, sin instrumentos ni herramientas. No puedes.
Se lo llevaron, tranquilamente en la ambulancia. Acostadito, mirando al cielo primero y luego al techo de la furgoneta. Me pregunto qué se puede pensar en esas condiciones. ¿Adónde va nuestra mente? Si la mente no piensa, ¿lo sabe? Sólo lo puedo comparar a nuestro estado natural del sueño, cuando piensa nuestra mente que lo que piensa es verdad y existente. Nunca me he pellizcado en sueños, nunca he dudado que lo que veía y pensaba era real. Nunca me he dado el gustazo de decir “ esto es un sueño, y puedo hacer lo que quiera, puedo flotar, volar, cambiar a los personajes, la interacción entre ellos, el lugar o el tiempo” en que, teóricamente, ocurre cuando dormimos.
Quizá por eso pienso que un cerebro roto, aunque roto, sigue pensante, descodificando la vida que le entra por algún lado, sin preguntarse qué hay fuera. Sin saber, triste de él, que está solo, aislado, limitado en su realidad y que todo lo pensante no es más que el análisis de lo ya absorbido, antes del accidente. En ningún momento pensará en pellizcos, en cielos de hojalata, y por lo que sé, en accidentes. Parece ser que olvidamos esas cosas, que no recordamos normalmente el suceso acaecido, lo último que vimos, o lo que absorbimos en el último instante antes de un golpe fuerte.
En algunos casos, el paciente despierta, y sigue el cerebro soñando. Ese es el peor de los casos, creo. Sigue uno sin pensar en pellizcarse y que la vida es sueño; a su alrededor las sombras de la realidad, como en una pesadilla, hacen su danza de cariño, con voces de ultratumba, intentando con palabras dulces que el herido vuelva, que despierte, que se pellizque y deje de soñar definitivamente.
Ahora, que el muchacho sueña que está despierto sueño que esto no ha ocurrido. No me hago a la idea de que todo lo vivido está borrado de su memoria; mi amistad, tantas veces demostrada, sus frases, su forma de ser, sus pecados y sus perfecciones, todo borrado, nada de eso ha existido, excepto en mi memoria. Quisiera hoy pues, ahora que estoy despierto, no dudar de que lo estoy, que no estoy tumbado en una camilla, que no estoy pensando que estoy escribiendo este texto. Me gustaría pellizcarme, por si acaso, no vaya a ser que fuera yo el que voló por los aires, aterrizando sobre un dulce sueño, donde tengo todo el tiempo del mundo para imaginar que escribo de nuevo.

Fin.

Por cortesía de : Gideon Richardson.

3 comentarios:

virginia dijo...

Recuerda: La vida es sueño, o es un sueño la vida?. Me ha gustado mucho.

d dijo...

Me he liado entre sueños y vidas. Me vuelvo a la cama, tengo sueño.

Anónimo dijo...

Soy yo mismo. Solo decir que los accidentes de tráfico están a a orden del día en mi vida...y ya van dos personas que se pierden en los pantanos del coma. Solo eso, para dar un poco de peso a este texto. Saludos a kien lo lea.