martes, febrero 07, 2006

Escapando de Casa

Cerró la puerta, tiró las llaves lejos y se metió corriendo en el coche. Era la última vez que vería su casa, la de su nacimiento, donde pasó lo que era hasta ahora su vida. “ No hay tiempo!” le gritaba la familia desde el coche. No había tiempo, era cierto, para recoger el tiempo fraguado en objetos, recuerdos y demás cosas que uno hubiera querido llevarse consigo. Se quedaban pues las paredes marcadas de infancia, las habitaciones vacías de descubrimiento asombrado, las puertas hechas paredes, las ventanas dormidas y el tejado solo y sin tripas. ¿Quién iba a escuchar a la casa doliente? No quedaba nadie que la acurrucara con sueños de futuro.
Al marcharse sentía esto. Sentía el quejido clavado de la casa, su mirar quieto por entre las cortinas, su querer despedirse sin desaliento. Pero al arrancar el auto y mirar por la ventana trasera le pareció que las escaleras le sonreían. Le pareció que el espíritu del edificio se alzaba sobre ellos cual titán hecho de sombras y de miedo. Le pareció escuchar la lluvia de sus lágrimas hecha pena estática y perdida. “Cimiento que nos asegura al suelo, cimiento que nos impide movernos”, pensó antes de divisar la columna gigante de agua que hacia ellos se dirigía.
Se sumaron al río lento del tráfico y se marcharon de Nueva Orleáns lo más rápido que pudieron. Al fondo, un lago y en su fondo, su casa ahogada.

Fin.

Por cortesía de : Gideon Richarson.

5 comentarios:

d dijo...

Bonita historia real.

Anónimo dijo...

Plas plas plas...

Me ha gustado mucho. Quizás cambiaría "donde pasó lo que era hasta ahora su vida", pero es sólo por ponerle algún pero.

Buen relato.

Saludos.

Anónimo dijo...

Bien Gideon , m gustò.
m quedo con la frase.."Cimientos"
muy encajada a la historia..
Chau..t leo.

Anónimo dijo...

Bueno..se quedo como anónimo..

virginia dijo...

Ya has ligao gid!