viernes, diciembre 22, 2006

Charcos

Saben los charcos de este lado de por qué las manos lloran. Saben de las noches heladas de limón, y de los ventanales que miran hacia cosas a la luz de una farola de noche con invierno puesto. Saben un poco de ti, porque cuando pasas a su lado los miras de reojo y ellos te miran a ti. Observan cuando pasas y miran a los ojos escrutando el rostro que aparece de contrabando.
Saben de todo eso que os cuento, y también saben un poco de todo junto. Son capaces de explicarnos el mundo por sabores y colores. Saben de niños que van a las puertas de los colegios y que saltan encima de ellos para jugar al primero que llegue gana, y ellos siempre ganan.
Saben de secretos guardados en la noche, de sueños imposibles, de ilusiones y desilusiones. Saben de odio y guerra, de paz y más, de ahogar la angustia de aquellos que la sufren, y de los que en la noche quieren vencer al miedo. Saben de la tristeza cuando no estás, pero callan.
Callan porque son sabios, el silencio nos absorbe a ellos y a mi, y vemos las estrellas con los ojos cerrados, aunque no haya luna afuera. Las estrellas se nos aparecen tiritando de frío en nuestra imaginación, porque ésta es libre, como tú.
Los charcos son testigos mudos de las alegrías y tristezas del mundo, son observadores callados y sabios, que se evaporan con el sol y la alegría de unas castañuelas que suenan a las dos y veintidós de la tarde, y también enseñan a mirar, y a escuchar al silencio. Ellos saben de por qué las manos buscan y no encuentran, y también del frío en invierno en la sierra con lago y manos que lloran a veces, pero sólo a veces.

Virginia Fernández “Charcos”

10 comentarios:

ecasual dijo...

Sencillamente genial.

Te deseo felices fiestas.

Un gran beso

:)

jesus (of suburbia) dijo...

A partir de ahora miraré con más detenimiento a los charcos, y respetaré su estado, aunque hoy uno me ha empapado, me tendría manía entonces. Precioso texto. Muchos besos y felices vacaciones y descanso y año y todas esas cosas.

Anónimo dijo...

Ultimamente lo derrochas, Virginia. Precioso. Un beso

Laura Escuela dijo...

Qué lindo Vir. Me ha encantado. Saben de por qué las manos lloran... sólo a veces... es genial. Sabes loque más me gusta de los charcos? algo que siempre digo cuando miro uno?? ¡me encanta ver el cielo reflejado en el suelo! jejeje. Pero lo de charcos sabios... eso sí que no lo había pensado.Lo tendré en cuenta,pues.
jeje feliz navidad vir

virginia dijo...

hormiguita: muxas gracias.Besos.

virginia dijo...

jesus(of suburbia): SEguro ja ja ja..a veces son unos malis, y nos mojan.besos.

virginia dijo...

chus: Muchas gracias, otro beso de mi pa ti.wa-po.

virginia dijo...

lau: Yo tb lo suelo hacer lo de mirar el cielo a través de los charcos. je je.besosspreciosa.

Anónimo dijo...

De República Dominicana, caigo una vez más en este centro de tu mundo
de intranquila calma. Bordeo el asedio de cada una de tus letras, de lo que permites decir a otros
que de alguna forma se parece
o es lo que eres. Una imagen que
se desnuda de la mirada. Imágenes
que sueñan con despertar en la
espectral galería del canto prohibido de los angeles, prohibido para ellos, porque somos
dioses. Dioses de asfalto. Callejones sin salidas que llaman
a entrar al pecado y la salvación
tomados de las manos. Ya no me despego de tu lado, porque me haces
viajar donde nunca he ido,
y he atravezado muchas galaxias sabes...He retorcido grandes muertes en voluminosos cometas
de arena y salitre. El rocio se ha de convertir en lluvia divina
entre las manos de un canto pasajero que amanece encharcado en las cosas que huelen a café
fosilizado...No marque la distancia
disfrazando los templos y yo me
beberé esa locura tuya que no veo
pero que tomo de tu distancia y
la mía. Tus letras rompen la frontera, calcinan las máscaras
y desnudan las serpientes de
alas blancas que tiemblan dentro
de la manzana, ya cansada y arrugada
por la broma aquella del
paraíso. Hay más paraíso en las
cosas que nos destrozan el día
o que nos permiten una historia
para romperle los gestos
al tiempo que amenaza
con mil puñales
nuestra noble cabellera.
Me escapo del perfume de tu voz
pimentada en esos cantos que
disfrazas. Tiemblo al perseguir
mariposas, pero el regazo
de tus alas
huele a zándalo. y ahora me voy
y me llevo mis barrotes
y mi uniforme negro con rayas
blancas y la sonrisa de tu canto. paz y amor.

virginia dijo...

Juan Eduardo Almonte: Gracias por esa inspiración.Paceyamore.