La inocencia de los ancianos es la misma que la de los niños, siento más ternura por los primeros. Veo a uno sentado en un banco, rasgando
una tarjeta con mucho ahínco, es de esas tarjetas de jugar y ganar, todo el
mundo sabe que nunca se gana, siento una ternura infinita por este hombre
anónimo.
Leo el Diario de Iñaki Uriarte, ninguno de los diarios que he leído hasta
ahora me ha impresionado tanto como el de Anaïs Nin.
La mañana es blanca en la pradera soleada, el tacto de la hierba húmeda me
hace cosquillas.
El mar es infinito en su soledad, las montañas son eternas en su soledad.
(c) Virginia Fernández. Diario.
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