viernes, mayo 01, 2015

1.5.15


La inocencia de los ancianos es la misma que la de los niños, siento más ternura por los primeros. Veo a uno sentado en un banco, rasgando una tarjeta con mucho ahínco, es de esas tarjetas de jugar y ganar, todo el mundo sabe que nunca se gana, siento una ternura infinita por este hombre anónimo.
Leo el Diario de Iñaki Uriarte, ninguno de los diarios que he leído hasta ahora me ha impresionado tanto como el de Anaïs Nin.

La mañana es blanca en la pradera soleada, el tacto de la hierba húmeda me hace cosquillas.
El mar es infinito en su soledad, las montañas son eternas en su soledad.

(c) Virginia Fernández. Diario.

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