Me abrazo
a los árboles
y al
silencio en el color
de la nieve
que es
blanco,
allí
donde las libélulas tienen las alas frías.
La noche
tiene más dignidad
tiene más dignidad
cuando
cierro los ojos,
la
pérdida es menos pérdida
y el cielo más brillante
en el
misticismo de los bosques
cuando empieza a oscurecer,
cuando empieza a oscurecer,
en la
sabia corriendo por las venas
o en el
susurro conmovido
de la
ráfaga eléctrica cuando me nombras
con el
secreto de las lenguas que fluyen
como
peces vivos o flores agitadas por el viento.
© Virginia Fernández “Flor de nieve”
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