miércoles, noviembre 18, 2009

Shock

Y dígame, ¿Quién le plancha a usted las camisas?


Tu reflejo me trae la brisa
del amanecer,
me llena de calma las noches
y vela mi sueño.

Tus noches son estrelladas
y libres,
son antojos
y relámpagos de lluvia.

Tu aire me recuerda
al de un soñador
llamado Vocación.

Es triste el amanecer
que paso sin ti,
y no sé decir
la palabra amor.

Me gustaría prometer,
pero es difícil
entender el tiempo
cuando se para
en el minuto preciso,
irremediable paro cardíaco
entre la inmensa multitud,
tu mirada.

© Virginia Fernández “Shock”

4 comentarios:

Francisco Vargas dijo...

Es especial, muy especial, casi mágico el impacto de una mirada. Más que ninguna otra parte de nuestro cuerpo,la mirada es el libro abierto del deseo.
Muy bello poema y afortunado el ser que es objeto de tan estremecedores versos.

Mauro dijo...

Son extraordinarias esas "revelaciones" oir llamarlas de algun modo.

Una sonrisa, una mirada, una charla sin tapujos.

En todas hay una suerte de paréntesis, como si el tiempo fuese una condena que sólo se redime cuando llegas a ese bendito encuentro.

Un beso grande y sonoro Virginia

PD. Nadie me las plancha. Las plancho solito.

 Mayte dijo...

Curiosas sensaciones despiertas, las llevas a un nivel muy especial, juegas...y eso siempre es bonito.

Un bikiño grande.

El del sombrero verde dijo...

¿Las camisas se planchan?