Cada mundo es un prisma del anterior, un
pequeño hijo que nace con similitudes y diferencias. El estado poético en la
montaña es diferente, cuando oscurece siento una paz infinita, respirar aquí es
como decir hola por primera vez, sin peso en los hombros, solamente la desnudez
de un niño que nace o una flor salvaje en la ladera. Queda muy poco para volver
a verte, cuento las horas.
(c) Virginia Fernández. De diario.
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