
El pensamiento se oye desde aquí, es un murmullo incesante, perpetuo, casi diría que irreconciliable, perplejo, irreal, qué hastío. Casi sin descanso te golpea una y otra vez, vuelve a la carga, te observa, se aplasta contra la ventana, quiere pasar, introducirse, plantar cara, quizás confundir. Afuera tiene frío, llueve, es evidente.
Se estruja en el cerebro, se empequeñece cada vez más, y de nuevo crece desde el fondo. El pensamiento inunda la habitación, la casa, y hasta la calle por donde andas, te enmudece, te aísla, te filtra de la realidad, y te absorbe poco a poco, vuelta a empezar otra vez, se oye el pensamiento, se oye, primavera, otoño.
Ideas que me pasan por delante como película muda, ideas dibujadas en algún tejado loco, como gato desolado que anduviera paseando, y todo es tan posible aquí. Mirada embudo y evadirse ¡Qué palabra! Lo escucho desde aquí aunque esté a miles de kilómetros. A veces si me concentro lo suficiente el paisaje que crea resulta bello y antagónico, diría extravagante.
Finalmente el pensamiento se asoma a la ventana y se suicida chocando contra el cristal, adiós pensamiento loco, adiós pensamientos varios, adiós soledad de pensamiento incomprendido, adiós, adiós, hasta pronto.
Texto: Virginia Fernández “s-pensamiento”
Ilustración: Manuel Gallardo "Mirada embudo"