martes, noviembre 27, 2007

El guitarrista Cero

El guitarrista Cero sabe de noches desoladas y frías. Actúa bajo el manto de la noche azul de un local llamado Loro. Tiene en su cara algo parecido a una sonrisa, lanza una especie de mueca o guiño hacia su amigo con gafas que lo observa desde la barra, éste recoge la mueca y le corresponde con una mirada incierta y amistosa. Mientras su público lo abandona a la misma velocidad que sus acordes caen de una guitarra que ni siquiera recuerda el día en que nació.
El guitarrista Cero sabe que el mundo está ya de vuelta, harto y cansado. En el fondo cree que no le importa, pero un amago de tristeza lo delata por las comisuras de sus labios. Hace un intento de cantar, le gusta estar allí, se sienta en un taburete con chicle que también le gasta una mala pasada, mira hacia un lado, hacia otro, disimula y vuelve a sus acordes. Lleva sombrero y amargura, y en algún momento de la noche si nada cambia se preguntará por qué está allí. Unas risas al final le devolverán las ganas de seguir tocando algo parecido a rock & roll. Mientras dos gatos se besan en la puerta de un local llamado Loro.

Texto: Virginia Fernánadez “El guitarrista Cero”
Foto: Manuel Gallardo

4 comentarios:

Mauro dijo...

Que bien lo dibujas. Se lee mucho desencanto, se corta en el aire con un cuchillo.

Imagino que hay mucho humo en ese local, no se, quizs el guitarrista cero lo mira mientras evoluciona en el aire, y sus manos siguen rasgando las cuerdas automáticamente, como ayer, anteayer, como todos los días.

Cariños Vir.

bajamar dijo...

Yo he visto a ese guitarrista cero, varias veces y en diferentes sitios, creo que además todos somos uno, o llevamos uno dentro...una mexcla de observador y compositor...improvisador e impostor...

como siempre un agrado leerte

un abrazo

Anónimo dijo...

El guitarrista Cero es un a/mago de canciones, y le pasa que es muy viejo para el rock&roll, pero demasiado joven para morir pegado a un taburete por un chicle. Me ha gustado mucho.

Malabares, Vir.

Jaime dijo...

Inesperadamente me he sentido Cero sin guitarra.
Un saludo.