QUIETISMO Y POÉTICA DEL SILENCIO EN VALENTE
Virginia Fernández Collado
Preparando breve intervención en homenaje a José
Ángel Valente en el quince aniversario de su muerte. Librería Zebras. El
zapillo. Almería. 18/07/15.
1
Valente en su búsqueda de la nada encontró el desierto de Almería.
2
El desierto es una metáfora de la nada, la aniquilación, el vacío que
Valente encontró en el quietismo de Miguel de Molinos. Mientras éste buscaba la
aniquilación del yo para encontrar la palabra de Dios; Valente buscaba el
vaciarse para encontrar la palabra poética.
3
Hizo una bellísima introducción a la Guía Espiritual de Miguel de Molinos,
en Barral Editores, 1974, en la que hay una cita de otro quietista, Kamo no
Chômei (Siglo XIII), perteneciente a una familia de sacerdotes de la corte
imperial de Japón que renunció al mundo y se retiró como monje budista a una
cabaña solitaria; la cita que aparece en esta introducción a la Guía dice lo
siguiente: “Considera la vida de los
pájaros y de los peces. Jamás el pez se cansa del agua; pero no siendo pez,
nunca podrás saber lo que el pez siente. Jamás el pájaro se fatiga del bosque;
pero, no siendo pájaro, nunca comprenderás sus sentimientos. Igual sucede con
la vida religiosa y la vida poética: si no la vives, nada comprenderás jamás de
ellas”.
4
Hice en enero de este año el viaje desde la última tierra de Valente,
Almería, hasta la primera de Miguel de Molinos, Muniesa, buscando así la senda
del quietismo. El paralelismo no se limita a las similitudes de tierras desérticas
y áridas de ambos territorios.
5
Existe una correspondencia entre la poética del silencio de José Ángel
Valente y el quietismo de Miguel de Molinos que ha estado presente en toda la
obra de Valente desde el principio. Para ilustrar esto, en el primer poema de
su primer poemario, A modo de esperanza, 1954, llamado “Serán ceniza…”
encuentro:
Cruzo un
desierto y su secreta
desolación
sin nombre.
El corazón
tiene la
sequedad de la piedra
Y los
estallidos nocturnos
de su
materia o de su nada.
Así mismo, el último poema de Fragmentos de un libro futuro, fechado el 25
de mayo de 2000, apenas dos meses antes de su desaparición, escribió este bello
haikú:
CIMA del
canto.
El ruiseñor
y tú
ya sois lo
mismo.
Puedo aventurarme a decir y digo que Valente es el último heredero del
quietismo de Miguel de Molinos que existió en España en las últimas décadas del
siglo XX.
(c) Virginia Fernández.