viernes, octubre 29, 2010

Noche escampada


Noche escampada

O
tra vez te podrás asomar
a esta esquina que lleva tu nombre,
tal vez encontrar una bruja con sombrero de pico.

No me preguntes, ni huyas,
no busques explicación,
otra vez
un mago bajará hacia el infinito de tu sonrisa.

Soñarás con esa noche de pesadilla,
habrá lluvia que cala los huesos
y fuertes temblores.
Ya no será mañana,
ya no será azul,
sólo encuentros desesperados,
tal vez llanto.

¿Dónde estarás maga esta noche?
¿Dónde será contigo? A tu lado,
no aquí, sin ti.
Otra vez qué triste en mi soledad,
ando buscando tus manos,
tu cuerpo donde escampar.

Otra vez te atravesará la luna,
morderá tu cuello,
hoy tinieblas,
desesperanzas.

Afuera hará frío
qué triste será sin ti.

© Virginia Fernández “Noche escampada”
 Ilustración: Edward Gorey.

domingo, octubre 24, 2010

Los días-silencio

Los días-silencio


Los días-silencio son un perfecto diapasón sin la nota sol. Los días-silencio están cargados de formalidad y pajarita. Son hombres peinados con raya a la derecha y por qué no, son días con traje y corbata, pueden ser un ordenador portátil lleno de balances cerrados o incluso lleno de tablas perfectas que no formen palotes, ni nada. Los días-silencio llevan maletín y portan números contados en filas perfectas formando cuentas de pérdidas y ganancias con un título que diga: PyG. También son tipos serios con pelo blanco sin un ápice de sonrisa, resultado de muchas horas frente a un libro en blanco que emite un sonido monótono y uniforme. Son días rubios, limpios y sin manchas. Mis días-silencio son camisas planchadas, con botones que no se caen, y por lo tanto no necesitan aguja ni hilo para coser. No hay charcos en los días-silencio, ni botas con cordones-pulsera, no hay lluvia sin paraguas, ni frío sin abrigo. No hay París, ni humedad en las paredes. Todo brilla con un cierto y magnifico aire de perfección, porque no hay color, acaso un color blanco, blanco pálido y figuras que se deslizan silenciosas. Los días-silencio me cuentan atardeceres, noches, y días enteros. Los días-silencio no me gustan nada y sinceramente creo que cada vez me gustan menos.


(c) Virginia Fernández "Los días-silencio"
Fotografía: Stencil en Barrio Latino(París). Virginia Fernández.

martes, octubre 19, 2010

Meditaciones vagabundas


Meditaciones vagabundas


U
no quisiera a veces quedarse en silencio
para escuchar su propia respiración,
que viniera el insomnio y fuera bienvenido,
que llegara la noche y no pesara sobre los hombros,
poder correr entre pensamientos,
intercambiar un punto de vista,
no sentir esa culpa.

A veces uno quisiera poder salir a caminar
por esta calle que no tiene fin,
acaso una sonrisa al final,
en su ala norte
y meditar, acaso contrarrestar
y ponerle “peros” a esta ciudad inocua y transparente.

A veces el tiempo,
ese ente tan escaso nos gasta una broma, uno no quisiera,
pero nos arroja como trozo de papel a una papelera,
triste muerte, mejor caída libre.

¿Qué tal sería ese tiempo,
en el que no sólo fuéramos horas o minutos,
sino espacio?
Sólo por una vez, para poder acariciarnos.

© Virginia Fernández “Meditaciones vagabundas”

jueves, octubre 14, 2010

Esa muchacha de azul


Esa muchacha de azul

M
e resulta difícil adivinarla,
esa muchacha de azul,
que me mira con ojos impasibles
desde la barra de un bar,
está a unos pasos de mí
y sin embargo la intuyo
a miles de años luz.

Esa muchacha de azul
susceptible a las miradas ajenas
y a los ojos de gato,
bebe en silencio y me mira,
difícil saber lo que opina sobre la crisis global,
sobre la capa de ozono, o algún tema social
tan apto para conversaciones de actualidad.

Es complicado saberla,
conocer sus pensamientos, 
sus desilusiones.

Esta muchacha de azul
tan exótica y racial,
en un local poco iluminado,
con sus ojos asustadizos y frágiles
observa,
mientras afuera caen tristes gotas contra el asfalto,
mientras una pared decorada con un stencil
ríe con sus lentas lágrimas.

Esta muchacha de azul,
de óleo sobre noche estrellada,
me sumerge con sus ansias
de destino de barra de bar,
mientras esas tristes gotas de lluvia
caen lentas sobre esta noche
que no quiere aprender a mirar.

© Virginia Fernández “Esa muchacha de azul”
Ilustración: Janik Coat.

martes, octubre 12, 2010

Óleo sobre noche estampada


Óleo sobre noche estampada

M
e quedé sin palabras esta vez
cuando intuí su sonrisa en mi espalda
cuando lo supe cercano,
con sus ojos de mirar y sus manos.

Me abandoné allí a aquel destino sin palabras
cuando lo supe a unos metros
y sin mirar lo intuí cayendo en mi destino
como un gato que me mira y se queda sin explicar.
El otoño trajo el silencio, las risas de guardar.

Me sorprendí por la calle ante un Banksy y sus ventanales,
con estruendos musicales queriendo llegar al sol
y poesías hechas de ensayos de los bustos de Eón.

Y amanecí enredada en sus manos,
sus manos torpes que no sabían ni querían preguntar.

© Virginia Fernández “ Óleo sobre noche estampada”
Ilustración: Gustavo Aimar.

viernes, octubre 08, 2010

Estados de ánimo


Estados de ánimo

E
stoy sufriendo el mismo accidente
de la impersonalidad de la tarde,
del asfalto color oscuro,
de un susurro anónimo de cartón
y espera en los tejados.

Me descubro propensa a la melancolía,
agravada con el claxon de los coches,
calles llenas de paraguas
y rostros anónimos embutidos en soledad.

Estoy en esta guerra fría sin palabras,
en un mundo de papel,
con síes en la boca
y miradas desde esta torre llamada Babel.

© Virginia Fernández “Estados de ánimo”